martes, 4 de mayo de 2010


El payaso y el policía – Arte, espacio público y disputas simbólicas en el Puerto Rico contemporáneo
26 04 2010

Por: Mareia Quintero Rivera

Se hacen entender sin palabras, recurriendo al pito y a una gestualidad precisa, entrenada con disciplina y perfeccionada en el oficio. Se afanan, con mayor o menor éxito, en controlar la escena. En la multitud, los reconocemos a la distancia. Uno dibuja sonrisas y carcajadas, mientras la mirada del otro intimida. Este año, se encontraron en las fiestas de la calle San Sebastián: el payaso y el policía.

Espacio de encuentros múltiples, no hay duda de que ese oasis anual de sociabilidad callejera es el que más convoca a los puertorriqueños y puertorriqueñas. Ritual-contrapeso de nuestra modernidad, las fiestas se consolidaron en esos años setenta, justo cuando los centros comerciales corroían la vida urbana y el carro trazaba las rutas del desarrollo de la ciudad. Su normativa delineada por ciudadanos del comité de vecinos, y los giros de su gramática festiva gestados con los años por personas de todas las edades y procedencias, le han dado ese sabor de experiencia alternativa, participativa, democrática.

El intento de circunscribir y “ordenar” las Fiestas de la calle no puede entenderse ni justificarse sino como una burda materialización de la clausura de lo público como proyecto de Estado. Evidentemente ni la mano dura, ni los códigos de orden público, ni la des-espacialización de la ciudad, son obra del gobierno de turno. Vienen cuajándose desde hace tiempo y tuvieron en los años noventa un momento de aceleración exponencial. La diferencia es que mientras entonces la corrupción se institucionalizaba como práctica de gobierno y de negocios, ahora todo es mucho más sencillo. Se disuelven las instituciones y las normativas públicas, legitimando sin empacho alguno el enriquecimiento desmedido de unos pocos, la pérdida de derechos, la pauperización de la mayoría. ¿Hacia dónde podrá encamiranos un gobierno que se siente con la potestad —me pregunto también si con la necesidad— de desalojar, de despedir, de “pasar el rolo” y, demás más está decir, de vigilar?

A pesar de la afronta, consuela constatar que en estas Fiestas de la Calle 2010 la imagen de la División de Operaciones Tácticas de la Policía Municipal barriendo de las calles del casco histórico a los fiesteros más trasnochadores –evidentemente los más jóvenes- , se convirtió en el leitmotiv con el cual un payaso abarrotó de risotadas la tarde del domingo en la San Sebastián. El actor Israel Lugo, formado por gente de circo y protagonista del filme El clown de Pedro Adorno y Emilio Rodríguez (Cine Sato, 2006), llegó este año a las fiestas, escoba en mano, vestido de payaso-policía. Sin decir palabra, intimó a jóvenes y viejos, reprendió a los borrachos, multó a vendedores ambulantes y los barrió a todos a nombre del “gobierno de Puerto Rico”. Si quedaba algo del aire de tensión generado por las amenzas de acción policial, el payaso desnudó el ridículo estado de “vigilancia a la desobediencia” instaurado por el alcalde capitalino. La complicidad espontánea con el payaso alcanzó a los propios hombres y mujeres policías, que en él se miraron, se sonrieron y hasta lo capturaron con sus celulares.

Estéticas de la insumisión

Para el filósofo Francisco José Ramos la experiencia artística en Puerto Rico está constituida por una lógica de sensaciones marcada por la insumisión, por un deseo de independencia, un deseo de “lo político”, que para Ramos apunta hacia la invención que un pueblo hace de sí mismo y su capacidad autoconvocatoria.

Mientras la política pública de las últimas décadas, con escasas excepciones, ha ido produciendo un achicamiento del espacio público, el arte tiende a romper el perímetro, a expandir las posibilidades de pensar otro Puerto Rico. Del Caballo de Troya en Guánica ante los 100 años de la invasión, a la desobediencia civil de los Artistas por la Paz en Vieques, cuyo arresto consumó sin que lo supiesen entonces sus captores una obra de arte conceptual; del baile urbano del colectivo Soplo improvisando frente a los carros en los fragmentos de tiempo que demora la luz roja, a los rituales mañaneros mensuales del Desayuno calle; de la pieza Una de cal y una de arena de Agua Sol y Sereno al Acceso controlado de Teresa Hernández; del Arte en Concreto de Rafi Trelles a las Musas desprovistas, encarnando con sus senos desnudos y pintados las denuncias de las mujeres jefas de familia, sobrevivientes de cáncer, HIV positivo, lesbianas, inmigrantes, sin hogar, víctimas de hostigamiento; del Asombraso para alumbrar el casco de Río Piedras y los performances en vitrinas de Deborah Hunt a las colaboraciones de Y no había luz y el colectivo Basurama en las calles de Santurce; del teatro invisible de los Jóvenes del 98 a las espectaculares apariciones a que nos tiene acostumbrados Tito Kayak; de la instalación comunitaria de arte público AlumbrArte en el Puente Martín Peña al Festival del limber en Ceiba; de todos los plenazos callejeros a todos los bombazos, trovas, hip-hop y otros soneos…

Son diversas y prolíficas las formas contemporáneas en que se movilizan energías sociales a través del arte y la acción cultural para resignificar procesos estructurantes de la experiencia puertorriqueña, como la subordinación política, el desarrollismo y la dependencia económica. Por otro lado, la última década da testimonio de la emergencia de nuevos estilos de movilización social que informan la práctica política, siendo la lucha por la Paz en Vieques su expresión más evidente. El arte en todas sus manifestaciones ha jugado un papel fundamental no sólo en la tarea de develar y contestar los poderes hegemónicos, sino también en la de imaginar otras lógicas y crear espacios de convivencia. Lo político imbricado a lo estético emerge como un espacio que articula otra experiencia con la ciudad, generando lugares con alta densidad simbólica en la endeble vivencia cotidiana de lo urbano en el Puerto Rico contemporáneo y reivindicando un espacio público más democrático.

encontrado en: http://payasopolicia.wordpress.com/



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